Sociedad

IDENTIDAD, POSTMODERNIDAD Y REDES SOCIALES

El concepto postmodernidad nos remite a una ruptura de una época a otra. Mediante este concepto se ha venido designando al surgimiento de una nueva concepción del ser humano que asume la transformación de su entorno social, cultural, económico y tecnológico. Surgido en los convulsos años sesenta en el calor de las revueltas sociales y juveniles, y desarrollado posteriormente durante los años 70’s y 80’s del siglo pasado, la sociedad postmoderna se ha venido caracterizando por la supeditación de lo material a lo espiritual, de lo sintético a lo auténtico, de la ironía frente a los racional, del descompromiso con la Comunidad. El triunfo del relativismo y la subordinación de la cultura a la lógica del mercado, han provocado junto al predominio a nivel mundial de la lógica capitalista, la transformación de la vida cotidiana y con ello la mutación en la construcción de la propia identidad de cada ser humano. Los factores sociológicos que definen el contexto de la postmodernidad son la desaparición de la preferencia ideológica en la elección de los líderes políticos, el individualismo consumista como consecuencia de la transformación del capitalismo productivo en el capitalismo consumista, la pérdida de la intimidad y la comercialización del show business, producido por la explosión de las redes sociales, la revolución tecnológica y la dejación de funciones intelectuales en la máquina, lo que ha despertado el interés y el estudio de la ergonomía cognitiva.

Tal y como ha venido señalando Gilles Lipovetsky, la sociedad postmoderna ha venido marcada por la separación de los procesos de socialización. Esta nueva forma de relación interpersonal, fría, permisiva, tolerante, ha conducido a las personas hacia un nuevo neoindividualismo de tipo narcisista que se ha implantado en el paradigma de la hipermodernidad. La postmodernidad no tiene recetas para solucionar el momento actual. El triunfo del mercado que se ha impuesto sobre todas las cosas, somete a las personas a un individualismo que las encierra en si mismas.  El neoindividualismo concibe al ego como eje central de la persona, como refugio frente a una sociedad atomizada, desvinculada de las personas y que ha abandonado todo lazo comunitario. En este contexto, se desarrolla la personalidad narcisista  como modo de conducta que imposibilita al individuo ver al otro. Se imponen patrones de comportamiento hiperindividualistas  potenciado por el acceso permanente y abusivo a las redes informáticas y sociales de modo inmediato. El carácter virtual de las relaciones sociales favorecido por las TICs aisla al individuo cuya comunicación se mediatiza mediante una máquina, mediante la tecnología, abandonando todo vínculo de comunicación directa, y encerrando al individuo en un entorno naturalmente irreal. La personalidad narcisista tiene todos los elementos a su alcance para consolidarse. El individuo concibe la cultura como una sucesión de espectáculos, creados para su consumo, en lo que Guy Debord ha denominado la Sociedad del Espectáculo. El concepto “cultura” se ha despojado de la transmisión de los valores y conocimientos humanísticos, el individuo se encierra en si mismo, en su hiperindividualismo y en su narcisismo. Lasch y Lipovetsky han dedicado grandes estudios a definir las consecuencias sociales de la posmodernidad: cultura del yo, desierto social, disolución de la política, la multiplicación del énfasis del “yo” genuino que implica la disolución en multitud de “yoes”.

La extensión del uso de las redes sociales ha incidido notablemente en las nuevas formas identitarias en dos sentidos: por una parte ha permitido la democratización del acceso a nuevas formas de comunicarse y hacerse público, pero por otra parte ha posibilitado la creación de falsas identidades, con los perjuicios que ello conlleva. Las redes sociales potencian la forma simbólica de las sociedades contemporáneas. Tal y como señala Sfez las sociedades actuales no se valen de la historia como fuente de cohesión social, sino de la comunicación como recurso de adhesión social, y ésta tiene com finalidad el intercambio de objetos de consumo.

La identidad digital cobra especial interés en el entorno personal y social del individuo. Asistimos a un nuevo escenario social en el que las personas son más conocidas por su identidad digital (la identidad transmitida) mediante las redes sociales y la tecnología, que no por el conocimiento directo que tienen las personas entre si. La identidad digital se ha convertido en un componente importante de la apreciación que tienen los demás individuos de uno mismo. A través de las redes sociales, las personas pueden poner al alcance de todo el mundo sus inquietudes, su curriculum, sus imágenes, sus propuestas personales, etc.. Hoy en día se hace impensable que para una persona que esté interesada en conseguir un nuevo puesto de trabajo o promocionarse entre los empleadores, no disponga de un curriculum virtual (ya sea mediante la presencia en Linkedin, Facebook, video curriculums de youtube, o una sencilla página web a modo de blog).

La comunicación digital se ha consolidado en los países de nuestro entorno como un medio imprescindible de comunicación y transmisión del conocimiento, y en este sentido la identidad digital cobra mayor protagonismo que nunca como forma de transmitir referencias a las demás personas.

En la sociedad postmoderna ha predominado la personalidad narcisista. Motivado por un escenario irreal y superficial, el individuo de la era de la postmodernidad vive alejado del ser y preocupado por el parecer. La preocupación extrema por lo qué pensarán las personas de su entorno, incapacita al individuo para poder reflexionar tranquilamente y valorar la realidad de una forma serena. Este individuo fruto de la sociedad postmoderna vive más preocupado por su actuación teatral y por el reconocimiento externo de sus acciones que por el fruto y la utilidad de las mismas. Esta situación a la que se ve abocada la personalidad narcisista, es en si misma una forma de supervivencia. De este modo Lasch sostiene que este neoindividualismo postmoderno es una estrategia para sobrevivir ante la crisis social, económica y política de la era postmoderna, cuyo resultado es la pérdida de ideales colectivos y de las relaciones interpersonales como fuente de autoestima. El individuo queda atrapado en un consumo sin límites de bienes y servicios que le hace “estar” o “parecer que está” en función de su individualidad, abandonando el Ser y preocupándose por el tener y el parecer ser. Recreando todo una desafortunada suerte de víctimas de la cultura del narcisismo.

Tal y como afirma Lasch, las sociedades tecnológicamente desarrolladas fomentan una nueva cultura en la cual predominan las soluciones particularistas frente a la identificación con ideales colectivos. El individuo de la sociedad postmoderna sustituye el sentido de la realidad por la virtualidad de las imágenes y la ilusión de la plenitud personal lograda mediante un consumo desmesurado. El desarrollo tecnológico, la virtualidad, el consumo cultural de imágenes sustituye a cualquier medio de intercambio cultural, y aisla al individuo en ese consumo.

Kenneth J. Gergen se refiere a la autonarración como un instrumento lingüístico empleado en las relaciones sociales de tal modo que intensifican o impiden diversas formas de acción. Son recursos culturales dirigidos a la autoidentificación, la autojustificación, la autocrítica y la solidificación social. Las personas participan en las relaciones sociales con una variedad de narraciones a su disposición. Los individuos comunican al exterior y se autoidentifican como portadores de una larga historia cultural, pero anidada dentro de una narración. Para el construccionismo, se considera la identidad como un logro de la relación, no como un logro de la mente. La identidad se construye en la interelación con los demás. Se depende de los demás, situándose el individuo en una posición de interdependencia precaria. La propia identidad de los demás depende de la afirmación que de ellos haga el individuo.

La personalidad neoindividual se relaciona con el concepto de autonarración de Gergen en tanto que la identidad de uno puede mantenerse mediante la red de identidades en relación de reciprocidad. Es decir: la identidad de un individuo se mantiene en tanto que los otros individuos interpretan su papel de apoyo. Un individuo por si mismo no puede mantener su narración autoconstructiva en tanto los demás no le presten apoyo. Unas identidades mantienen a las otras mediante una compleja estructura de relatos que construyen identidades. Lipovetsky  ha centrado su estudio en la evolución y desarrollo del individualismo actual. Su visión de la sociedad plantea un neoindividualismo de tipo narcisista. Su análisis se centra en la creación de una nueva categoría de pensamiento, el neoindividualismo, desaparecen los discursos que ofrecen explicaciones a todo y dan pautas morales, las personas se centran en si mismas, caen en el pozo sin fondo del narcisismo, en el que todo gira en torno a ellos mismos. Esta es la consecuencia última de las sociedades postmodernas. La atomización social. El individuo marginado irremediablemente de su comunidad.

Santiago García Casado